Este trabajo intenta una aproximación inicial a la articulación que tienen en Foucault las nociones de vida y norma. Desde luego, esta última alude a la ya conocida analítica de las relaciones de poder, en la que la idea de norma y normalidad tiene un lugar relevante. No obstante, estas vinculaciones se ven con nitidez especial en el texto La vida de los hombres infames, trabajo de inspiración historiográfica, en el que el sentido estético de lo viviente establece un contrato de significación con la historicidad de modos de vida litigantes cuyos archivos ofrecen la posibilidad de observar la articulación entre mecanismos institucionales y efectos de discurso en el orden del saber. Además, los archivos de la infamia guardan un parentesco con la época en que, según Foucault, emerge la biopolítica como gestión gubernamental de la vida íntima y cotidiana. En este punto, se trata de hilvanar un paralelo entre, por una parte, vidas singulares que se subjetivan y definen frente a un poder que las nombra y captura y, por otro lado, la desmesura de estas vidas frente a la normalidad social. Lo anterior ofrece una privilegiada posibilidad de explorar la relación entre modos de vida y el uso de la norma.
Este choque intempestivo entre la heterogeneidad de los modos de vida y la apuesta normativa del poder por medio de distintas instituciones, gana en inteligibilidad cuando se analiza la lógica normativa de lo vital, tal como es entendida por Canguilhem en las Nuevas reflexiones sobre lo normal y lo patológico de 1966, y como luego es recogida y extendida por Foucault en el curso de 1975, Los anormales. En el primer caso, Canguilhem establece una torsión entre la vida y la norma al sustituir la pregunta por la normatividad vital de los organismos por aquella de la normalización, entendida como una regulación externa de lo social que inaugura performativamente un orden discursivo que escinde lo anormal de lo normal, poniendo de manifiesto el carácter arbitrario de la normalidad. En el caso de Foucault, el análisis da cuenta del sentido productivo de la norma y la paradójica tensión entre normalidad y anormalidad, sobre todo cuando esta última abriga una vocación política, vale decir, cuando es atendida como un modo de vida que se define por oposición. A partir de lo anterior, y en un momento final, buscamos sugerir un balance donde, nuevamente, es la noción de vida infame la que permite re-pensar las fronteras del conflicto político en beneficio de un modo de resistencia que se resta de las dicotomías convencionales y que hace del tiempo, y en especial del sentido histórico, una nueva dimensión para la libertad: ¿Qué sucede cuando la vida es capaz de disputar la propia fuerza a la red de poder en la que se integra y que se expresa normativamente? ¿Qué valor tiene la norma en la constitución de modos de vida que eluden el poder y se restan a su cálculo? Desarrollar y aproximarse a estas cuestiones es la tarea de las siguientes líneas.